La primera noche del Festival de Viña del Mar 2024 estuvo marcada por la controvertida actuación del comediante venezolano George Harris. Su presentación, recibida con abucheos y división entre el público, desató un intenso debate sobre la libertad de expresión, la xenofobia y los límites del humor. Mientras algunos asistentes expresaron su rechazo con silbidos y desaprobación, un sector del público, mayoritariamente venezolano, interpretó la reacción como un acto de discriminación y respondió con consignas como “¡No a la xenofobia!” al retirarse del anfiteatro de la Quinta Vergara.
El incidente y su impacto en redes sociales
Harris, reconocido por su estilo ácido y provocador, enfrentó una fría acogida del público chileno, lo que rápidamente escaló a una controversia más amplia. Lo que inicialmente parecía una crítica a su rutina se transformó en una discusión sobre discriminación, especialmente dentro de la comunidad venezolana en Chile.
En plataformas como X (antes Twitter), usuarios debatieron si la inclusión del comediante en el festival fue intencional, con la finalidad de generar polémica. Una usuaria escribió:
“Quienes trajeron a George Harris, teniendo en cuenta los antecedentes, querían que esto ocurriera y se transformara en un ‘enfrentamiento’ entre chilenos y venezolanos. Lo encuentro macabro”.
Amenazas previas y dudas sobre la seguridad
Álex Hernández, director televisivo del festival, reveló en conferencia de prensa que Harris consideró retirarse del certamen debido a amenazas recibidas en redes sociales. Según Hernández, el comediante fue objeto de mensajes intimidatorios en Twitter, WhatsApp e Instagram, con advertencias como “Cuídate de lo que comes” y “Cuídate de cómo te mueves”.
A pesar de la controversia, Hernández aseguró que la rutina de Harris había sido revisada y aprobada previamente:
“¿Autocríticas? Todas. La rutina la revisé varias veces, la vi, la comenté con él, la encontramos divertida. Él tenía muchas rutinas”, afirmó el director, agregando que se reforzó la seguridad del comediante.
El mensaje de la madre de Harris y la reacción venezolana
Tras la fallida presentación, Harris y su madre, Irene Shaw, regresaron al hotel Pullman, donde fueron recibidos por un grupo de compatriotas. En un momento captado por el matinal Tu Día de Canal 13, Shaw se asomó por una ventana y dirigió un mensaje a los venezolanos presentes:
“Reúnan en dólares para que se vayan. Reúnan en dólares”, dijo, lo que algunos interpretaron como una crítica a la situación migratoria en Chile.
La comunidad venezolana en el país, una de las más numerosas de la región, ha sido objeto de crecientes tensiones sociales en los últimos años. El episodio en Viña reavivó el debate sobre la integración de los migrantes y las actitudes de la sociedad chilena frente a ellos.
Libertad de expresión vs. responsabilidad artística
El espectáculo de Harris también ha avivado la discusión sobre los límites del humor y la responsabilidad de los comediantes al abordar temas sensibles. Durante su rutina, el humorista incluyó referencias al expresidente Salvador Allende y al actual mandatario Gabriel Boric, lo que intensificó la reacción negativa del público.
Mientras algunos defienden su derecho a expresarse libremente, otros argumentan que el humor no puede ser una excusa para perpetuar estereotipos o fomentar divisiones. Un analista cultural comentó en redes sociales:
“El humor tiene un poder enorme, y con ese poder viene una gran responsabilidad. Cuando cruzas ciertas líneas, ya no es solo comedia; es provocación”.
Un festival bajo escrutinio
El Festival de Viña del Mar, más allá de su tradición musical, se ha visto envuelto en un debate más amplio sobre inclusión, diversidad y el papel de los medios en la amplificación de conflictos sociales. Mientras la organización insiste en que Harris fue invitado por su trayectoria, críticos cuestionan si se evaluaron los riesgos de su participación, dado su historial de polarización.
Lo que es innegable es que la polémica presentación de George Harris dejó al descubierto tensiones latentes en la sociedad chilena, desde la integración de migrantes hasta la libertad de expresión en tiempos de creciente polarización.
Ahora, la pregunta que queda en el aire es: ¿está Viña del Mar preparado para ser más que un escenario de música y humor, y convertirse en un reflejo de los dilemas sociales del país?
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