Entre 2018 y 2025, más de 11.770 adultos mayores fueron dados de alta en hospitales de Chile sin que ningún familiar fuera a buscarlos — muchos pasaron semanas o meses abandonados. 
El fenómeno ha encendido las alarmas de organizaciones sociales y profesionales de la salud, que lo califican como una forma de “violencia familiar invisible”: no deja heridas visibles, pero marca con abandono emocional, dependencia y desprotección a quienes ya deberían estar protegidos.
Las denuncias por abandono o maltrato a adultos mayores se han multiplicado: solo en 2024 se registraron más de 9.000 reportes — muchos relacionados con negligencia, desprotección u olvido por parte de familiares. 
Este escenario revela una vejez precarizada: inseguridad económica, soledad, abandono, dificultades para continuar tratamientos o cuidados, y ausencia de redes de apoyo. Lo sucedido con quienes quedaron abandonados en hospitales es solo la punta del iceberg.
Y frente a ello, surge con urgencia la pregunta: ¿puede el sistema legal y social chileno responder con eficacia a esta emergencia humanitaria silenciosa?

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