En el barrio universitario de Concepción, un grupo de estudiantes graba en podcasts las historias de guerra y posguerra de abuelitos que recuerdan como vivieron el 11 de septiembre de 1973.
Es parte de Encuentras sin Edad, un proyecto que ha reducido la soledad en un 34% según sus informes internos.
Pero hay más: los talleres de «cocina de resistencia» (recetas de escasez de los años difíciles) o los trueques de habilidades (clases de smartphone a cambio de lecciones de bordado).
«Aprendí que la vejez no es sinónimo de fragilidad. Manuel, 89 años, me enseñó a reparar muebles con paciencia que yo no tengo», reconoce Pablo, 19 años.
En el Viejo Mundo, como un ejemplo a seguir en Chile, La UE financiará 100 proyectos similares en 2025, aunque el reto persiste: solo el 12% de los jóvenes españoles participa en voluntariados intergeneracionales.
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