Mientras la soledad de las mujeres mayores es más visible en las estadísticas, la de los hombres mayores que viven solos presenta una cara distinta y, a menudo, más silenciosa y peligrosa. Tras la viudez o un divorcio tardío, muchos hombres de la generación tradicional se enfrentan a un vacío para el que no están preparados: la autogestión del hogar y, sobre todo, de la vida emocional.
«El patrón es recurrente: el hombre cuya red social giraba en torno al trabajo y a su esposa como gestora de los vínculos familiares y amistades. Cuando pierden ese pilar, su mundo se reduce drásticamente», analiza el psicólogo Carlos Méndez. A diferencia de muchas mujeres, que mantienen amistades de confianza, los hombres mayores suelen reportar tener «conocidos», pero pocas relaciones íntimas en las que apoyarse para hablar de sus miedos o vulnerabilidades.
Esta desconexión social tiene consecuencias directas en su bienestar. Son más reacios a reconocer que necesitan ayuda o a participar en actividades grupales «de mayores», lo que los lleva a un mayor aislamiento. Las tasas de suicidio en hombres mayores, especialmente los que viven solos, son las más altas de todos los grupos demográficos, un dato trágico que habla de una desesperación profunda y no atendida.
En el ámbito de la salud física, el abandono es palpable. Dietas inadecuadas, descontrol en la medicación y descuido en la higiene personal son problemas frecuentes. «Llegan a la consulta con patologías muy avanzadas porque aguantaron el dolor o la incomodidad, por no molestar o por no saber cómo pedir una cita», señala una enfermera de atención primaria que prefiere no dar su nombre.
Abordar esta crisis requiere estrategias específicas. Se necesitan programas que, rompiendo estereotipos de masculinidad, inviten a los hombres a participar en talleres de cocina, gestión emocional o simplemente en espacios de conversación entre pares. El desafío es doble: llegar a ellos y ofrecerles herramientas que nunca se les enseñaron, para que la vejez no se convierta en una sentencia de silencio.
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