Durante décadas, el envejecimiento fue asociado a la pérdida del deseo y la renuncia a la vida sexual. Sin embargo, esa mirada está cambiando con fuerza. Gracias a los avances en salud, bienestar y esperanza de vida, miles de personas mayores de 60 años en Chile y el mundo están reivindicando su derecho a una sexualidad activa, saludable y libre de prejuicios. Lo que alguna vez fue un tema tabú, hoy emerge como un fenómeno social que desafía estereotipos y exige nuevas conversaciones sobre el placer y el autocuidado.
De acuerdo con una investigación de la Escuela de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, más del 70% de los adultos mayores encuestados declaró mantener interés en la sexualidad y el deseo de aprender más sobre el tema, derribando la idea de que el sexo “es cosa de jóvenes”. Este hallazgo no solo rompe paradigmas culturales, sino que también revela la necesidad de educación sexual continua en todas las etapas de la vida.
Pero el cambio también trae desafíos. Uno de los más preocupantes es el aumento sostenido de las infecciones de transmisión sexual (ITS) entre las personas mayores, un fenómeno que ha encendido las alertas en los sistemas de salud pública. Según especialistas, la desinformación y la disminución de controles médicos tras la menopausia o la jubilación han contribuido a este incremento.
La matrona Victoria Cáncino, de la organización internacional DKT Chile, advierte que “ser sexualmente activo a los 60, 70 u 80 años no solo es natural, sino también saludable. Lo importante es hacerlo de manera informada y protegida”. La profesional explica que muchos adultos mayores dejan de usar preservativo al no existir riesgo de embarazo, olvidando que las ITS no discriminan por edad. “Las defensas bajan y el cuerpo es más vulnerable. Pensar que el riesgo desaparece con los años es un error que puede costar caro”, enfatiza.
El autocuidado sexual en la tercera edad sigue siendo un desafío pendiente. Con frecuencia, las personas mayores abandonan los controles ginecológicos o urológicos, lo que puede derivar en la detección tardía de enfermedades como el cáncer cervicouterino o de mama. “La salud sexual debe cuidarse toda la vida, incluso en la vejez. Los controles, la higiene íntima y el uso del preservativo siguen siendo esenciales”, subraya Cáncino.
Frente a este panorama, organizaciones como DKT Chile y su marca Prudence han impulsado campañas educativas dirigidas a eliminar los prejuicios asociados al sexo en adultos mayores. Su mensaje es claro: el placer no tiene fecha de vencimiento. Además, destacan que los preservativos modernos se han adaptado a distintas necesidades etarias, ofreciendo versiones más delgadas, con lubricación adicional y texturas suaves que favorecen la comodidad y el disfrute.
“Hoy existen condones que facilitan la lubricación, con materiales más suaves y diseños variados para mantener una vida sexual activa y placentera, sin renunciar a la seguridad. También contamos con lubricantes íntimos que ayudan tanto a hombres como a mujeres”, señalan desde la organización.
Mitos, deseo y educación: los pilares del cambio cultural
La sexualidad en la vejez sigue rodeada de mitos y estigmas. Persisten creencias que asocian el envejecimiento con la pérdida del atractivo o la “inutilidad” sexual, una visión que afecta la autoestima y la salud emocional de quienes envejecen. Sin embargo, la evidencia científica demuestra que la vida sexual puede mantenerse e incluso mejorar si existen comunicación, bienestar físico y apertura emocional.
Expertos y organizaciones coinciden en que la educación sexual debe ser transversal y permanente. No se trata solo de informar sobre prevención, sino también de promover el disfrute, la afectividad y el consentimiento como partes del bienestar integral. Espacios de conversación, acompañamiento médico y acceso a información confiable son claves para derribar los prejuicios que todavía pesan sobre la sexualidad en la tercera edad.
El aumento de la esperanza de vida está transformando la forma en que las sociedades entienden la vejez. Hoy, los adultos mayores no solo buscan mantenerse activos físicamente, sino también emocional y sexualmente plenos. En esa búsqueda, la sexualidad deja de ser un tema prohibido y se convierte en una expresión legítima de salud, libertad y vitalidad.
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