La soledad en la tercera edad se ha convertido en un problema social de alto impacto en Chile. Según estimaciones de especialistas en gerontología, la proporción de adultos mayores que viven solos o con vínculos familiares frágiles habría crecido casi un 40% desde 2020, empujada por cambios demográficos, migración interna y transformaciones familiares. Diversos municipios reportan un alza constante en las solicitudes de apoyo social, especialmente entre personas sobre los 75 años que carecen de redes afectivas o económicas para su autocuidado.

El fenómeno no solo afecta el bienestar emocional: estudios recientes muestran que la soledad crónica aumenta los riesgos de depresión, deterioro cognitivo y mortalidad prematura. En centros de salud primaria, los equipos de atención han reportado un incremento significativo de adultos mayores que acuden por motivos físicos, pero cuyo problema de fondo es la falta de compañía y apoyo cotidiano. “La soledad está enfermando a las personas mayores tanto como cualquier patología cardiometabólica”, advierte un médico de familia del sector sur de Santiago.

Aunque Chile cuenta con la Ley 19.828, que creó el Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) para prevenir el abandono y promover la integración, los recursos siguen siendo insuficientes frente al rápido envejecimiento poblacional. SENAMA dispone de programas de cuidados domiciliarios, redes comunitarias y residencias de larga estadía, pero su cobertura aún no alcanza a quienes viven en sectores alejados o sufren aislamiento severo. En regiones rurales, la distancia geográfica acentúa la soledad y dificulta la detección de casos críticos.

Ante este escenario, especialistas sostienen que la legislación debe avanzar hacia el reconocimiento de la soledad como un factor de riesgo social y sanitario, tal como ocurre en países europeos. Proponen establecer un sistema de visitas regulares obligatorias para personas sobre los 80 años que vivan solas, generar protocolos de intervención temprana y fortalecer las redes comunitarias de acompañamiento.

Municipios, voluntariados y organizaciones civiles ya han solicitado que el Congreso priorice proyectos orientados a la prevención de la soledad severa, entre ellos el fortalecimiento del Programa de Cuidados Domiciliarios y la ampliación de financiamiento a iniciativas como “Compañía Mayor”, que busca conectar a personas mayores con vecinos y voluntarios capacitados.

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