El viernes 23 de mayo, Myriam Hernández rompió barreras al convertirse en la primera mujer chilena en protagonizar un concierto solista en el Estadio Nacional. Con un despliegue de 40 metros de escenario, pantallas gigantes, pirotecnia y cambios de escenografía, la artista transformó el recinto de Ñuñoa en un espacio de reivindicación histórica. “Hagamos historia esta noche, ¿les parece?”, desafió la cantante ante un público compuesto mayoritariamente por mujeres: madres, hijas, amigas y esposas que colmaron la Línea 6 del Metro con rumbo al estadio.
2. Raíces en Ñuñoa: De los Festivales Escolares al Estadio Nacional
El vínculo de Hernández con Ñuñoa no es casual. Creció en esas calles, se formó en liceos públicos y dio sus primeros pasos artísticos en el Festival de la Voz del Liceo Manuel de Salas. A los 17 años, saltó a la fama en Sábado Gigante, pero su consagración como ícono tomó décadas. Este concierto, en su barrio natal, cerró un ciclo simbólico: de las tablas escolares al escenario más grande de Chile.
Dato clave: Su retorno al Festival de Viña del Mar en 2024, tras 23 años de ausencia, anticipó este momento cumbre, rescatando su figura de un relativo olvido local pese a su fama internacional.
3. El Show: Baladas, Tecnología y un Desfile de Invitados
A las 21:00 horas, Myriam irrumpió con un vestido rojo comparado por la prensa con los looks de Lady Gaga y abrió con “El hombre que yo amo”, su himno emblemático. La producción mezcló intimidad y espectáculo:
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Flor de Rap la acompañó en “Quién cuidará de mí”, fusionando balada y rap.
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Denise Rosenthal revivió con ella el clásico “Toda La Vida Fue Igual” (1990), conectando generaciones.
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Gilberto Santa Rosa (único invitado internacional) y Francisca Valenzuela sumaron diversidad al repertorio.
Momento icónico: Myriam se trasladó en un carro similar a un golf móvil cantando “Te pareces tanto a él”, mientras el público coreaba cada verso.
4. Análisis: ¿Por Qué Este Concierto Era Necesario?
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Deuda Cultural Saldada: Chile suele celebrar figuras masculinas o artistas de folclor. Myriam, pionera de la balada pop, merecía este reconocimiento.
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Reconexión Intergeneracional: El show atrajo desde mujeres que crecieron con sus cassettes hasta jóvenes que descubren su música en plataformas.
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Tecnología vs. Autenticidad: Aunque el espectáculo rivalizó con producciones globales, la esencia fue su voz intacta y la conexión emocional con letras que hablan de amores y desengaños.
5. Legado y Futuro: Myriam Hernández, Más Allá de las Cifras
El concierto no fue solo un éxito de taquilla, sino un acto de resistencia cultural. En un país donde los estadios suelen ser territorio de artistas masculinos o internacionales, Myriam demostró que una chilena puede llenar espacios gigantes sin perder calidez. Como ella misma dijo:
“Esto no es solo mío, es de todas las mujeres que soñaron en grande”.
¿Qué sigue?: El evento posiciona a Hernández como candidata a liderar proyectos que visibilicen a mujeres en la música, mientras su nombre resurge como símbolo de perseverancia artística.
Conclusión
Myriam Hernández no solo conquistó el Estadio Nacional: reescribió las reglas de la industria musical chilena. Con un pie en la nostalgia y otro en la innovación, su concierto fue un recordatorio de que las baladas, lejos de ser pasado, son un puente entre generaciones y un grito de autonomía femenina.
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